
Niño Cero
(Veracruz - México)
Por Amaranta Trueba
El escultor viajó hasta el pueblo sólo para convivir con el niño. Pasó una semana con la familia antes de de hacer la estatua del pequeño.
La enfermedad de Edgar lo llevó a la fama. Estuvo a punto de morir y ahora todos recordarán su nombre. Esa fiebre que tuvo, la tos que parecía iba a acabar con su vida, hizo famoso al niño. Está inmortalizado por casi haber muerto. Y aún es un pequeño.
El escultor pensó que debería ponerle una rana en la mano al niño de bronce, pues representaba a esa plaga que contagió a tantos. También lo hizo más grande, y le agregó treinta centímetros de altura. Ahora todos podrán ver al primer sobreviviente. Dice que la escultura representa la unión del país ante la adversidad.
El presidente municipal está encantado con la idea. Espera que la escultura atraiga a toda la gente al lugar donde se dice que se inició la epidemia. Espera que ponga al pueblo en el mapa.
Todos están contentos con la idea.
Ahora la gente pasea junto a la estatua, viendo al primer sobreviviente de una enfermedad que extendió por todo el mundo.
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